Castillos - Edificios singulares

Château du Réduit - Casa del Estado

Reducido, Moca
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Le Château du Réduit : Tres siglos de historia en el corazón de Mauricio

Encaramado en las verdes alturas de Moka, el Château du Réduit es mucho más que una residencia presidencial. Es un auténtico libro de historia al aire libre, un testigo mudo de las convulsiones que han dado forma a la Mauricio moderna. Construido hace casi tres siglos, este majestuoso edificio sigue fascinando por su azarosa historia y su papel central en la vida institucional mauriciana.

Una fortaleza nacida del miedo y la ambición

A mediados del siglo XVIII, el océano Índico era escenario de una intensa rivalidad entre las potencias coloniales europeas. Los franceses, establecidos en la Isla de Francia desde hacía varias décadas, vivían con el temor constante de un ataque británico. En este tenso contexto nació la idea de Le Réduit.

En 1746, Pierre Félix Barthélemy David tomó posesión de su cargo de Gobernador. Hombre pragmático y visionario, no tardó en darse cuenta de que sería imposible defender Port-Louis, la capital, en caso de invasión. Por ello imaginó un refugio fortificado, lo suficientemente alejado de la costa como para ofrecer protección a las mujeres, los niños y las riquezas de la colonia.

La ubicación elegida fue una notable pieza de estrategia militar. David eligió un afloramiento rocoso triangular, protegido naturalmente por las profundas gargantas de dos ríos: la Rivière Profonde y la Cascade. El acceso era difícil, la visibilidad excelente y la posición prácticamente inexpugnable para la época.

En 1748, la situación se volvió urgente cuando un

La flota británica al mando del almirante Edward Boscawen amenazó directamente la isla. Aunque el ataque fue finalmente rechazado, este episodio convenció a la Compañía Francesa de las Indias Orientales de la utilidad del proyecto. Las obras se aceleraron y, en 1749, el Réduit emergió del suelo: una pequeña fortaleza dotada de almenas, puente levadizo y todas las características de una estructura defensiva digna de tal nombre.

De fortaleza a palacio: una metamorfosis progresiva

Paradójicamente, el Réduit nunca se utilizó para su propósito original. Nunca se libró allí ninguna batalla ni se apoyó ningún asedio. En 1764, cuando la isla pasó a estar bajo administración real francesa, la vocación del edificio cambió radicalmente. Se convirtió en la residencia oficial de los gobernadores, un lugar de poder y representación más que una fortaleza militar.

Esta transformación fue acompañada de embellecimientos graduales. El algodón plantado inicialmente alrededor del fuerte dio paso a jardines de recreo. Botánicos de renombre como Jean Baptiste Fusée Aublet crearon jardines formales e introdujeron especies exóticas procedentes de Asia, América y Europa. Le Réduit se convirtió así en un laboratorio botánico al aire libre, reflejo del entusiasmo científico por la flora tropical de la época.

Pero la naturaleza tropical también tiene sus sorpresas desagradables. En 1778, las termitas hicieron estragos en la estructura. El gobernador Antoine de Guiran La Brillane emprendió una reconstrucción completa, que finalizó ese mismo año. Una inscripción grabada en la puerta principal atestigua todavía este renacimiento. Trágicamente, La Brillane murió en Le Réduit al año siguiente, sin haberse beneficiado realmente de su obra.

La era británica: jardines y ceremonias

El año 1810 marcó un importante punto de inflexión histórica. Los británicos se apoderaron de Mauricio y la Réduit volvió a cambiar de amos. El último gobernador francés, Charles Mathieu Isidore Decaen, dio paso al primer gobernador británico, Sir Robert Townsend Farquhar.

Los nuevos ocupantes compartían la pasión de sus predecesores por los jardines. Farquhar contrató a un jardinero inglés y financió expediciones botánicas a Madagascar y la costa africana. La finca se enriqueció continuamente con nuevas especies, transformando el parque en un auténtico conservatorio de plantas.

De todos los gobernadores británicos, Sir Hesketh Bell destacó por su apego al lugar. Creó un islote en el centro del lago, dispuso una fuente e introdujo prestigiosas plantas procedentes de los famosos jardines londinenses de Kew. Su obra más simbólica es sin duda el "Temple de l'Amour", elegante monumento erigido en 1921 en memoria de Pierre Félix Barthélemy David, fundador de Le Réduit. Situado al borde del lago, en un lugar poéticamente bautizado como el "Fin del Mundo", este templo ofrece una vista espectacular de la confluencia de los dos ríos que rodean la finca.

Sin embargo, los elementos naturales siguieron siendo una amenaza constante. El ciclón de 1868 causó daños considerables, y el de 1892 casi destruyó el edificio por completo. En cada ocasión, el castillo renacía de sus ruinas, testimonio del apego de las autoridades coloniales a este símbolo de su poder.

Le Réduit en el Maurice Indépendante

El 12 de marzo de 1968 fue una fecha histórica: Mauricio obtuvo la independencia. Le Réduit siguió albergando los más altos cargos del Estado, pero la naturaleza de sus ocupantes cambió. Los Gobernadores británicos dieron paso gradualmente a los Gobernadores Generales mauricianos y luego, con la proclamación de la República en 1992, a los Presidentes de la República.

Desde esta transformación constitucional, el Château ha acogido a varios presidentes: Sir Veerasamy Ringadoo, Cassam Uteem, Karl Offmann, Sir Anerood Jugnauth, Kailash Purryag, Ameenah Gurib-Fakim y Prithvirajsing Roopun. Cada uno de ellos ha dejado su huella en la finca, especialmente Ameenah Gurib-Fakim, botánica de renombre internacional, que creó cinco nuevos jardines durante su mandato, perpetuando la centenaria tradición botánica de la finca.

Excepcional patrimonio arquitectónico y paisajístico

En la actualidad, el castillo de Réduit ocupa una finca de 97 hectáreas, un verdadero oasis de verdor en el corazón de la isla. La arquitectura del edificio principal refleja las múltiples facetas de su historia: los elementos defensivos originales (almenas, aspilleras) conviven con los añadidos más elegantes de la época colonial británica.

El interior del castillo está decorado con un refinamiento que refleja su condición de residencia presidencial. Los salones de Estado, generalmente cerrados al público, están decorados con muebles de época, vajillas preciosas y platería finamente cincelada. En estos salones se celebran las ceremonias oficiales más importantes de la República: juramentos, recepciones diplomáticas y entrega de condecoraciones nacionales.

Pero es quizás en los jardines donde mejor se revela el alma de Le Réduit. Sombreados senderos serpentean entre árboles centenarios, cuidados céspedes se alternan con parterres de flores tropicales, y el lago ornamental refleja los cambiantes cielos de Mauricio. Cada rincón del parque cuenta una historia: el pimentero plantado por un gobernador francés, la palmera donada por un botánico viajero, el árbol bajo el que le gustaba meditar a un determinado dignatario.

Un monumento accesible para los mauricianos

A diferencia de muchas residencias presidenciales del mundo, Le Réduit no es un lugar totalmente cerrado. Dos veces al año, normalmente en marzo y octubre, se abren las puertas al público mauriciano. Estas jornadas de puertas abiertas son muy esperadas y atraen a miles de visitantes deseosos de descubrir o redescubrir este monumento emblemático de su historia nacional.

Más recientemente, en abril de 2025, el castillo se abrió excepcionalmente de forma gratuita con motivo del Día Internacional de los Monumentos y Sitios. Estas iniciativas dan fe de la voluntad de compartir este patrimonio con el público, de crear un vínculo entre los ciudadanos y su historia.

Durante estas visitas, los mauricianos pueden pasear por los jardines, admirar la arquitectura exterior del castillo y, a veces, entrar en algunas salas. Es una oportunidad para hacerse una idea real de lo que este lugar representa en el imaginario nacional: un punto de continuidad entre el pasado colonial y el presente republicano, un símbolo de la soberanía y la identidad mauricianas.

Le Réduit, espejo de la historia de Mauricio

Más que un monumento, el Château du Réduit personifica la compleja historia de Mauricio. Sus muros han sido testigos del paso de las potencias coloniales, del nacimiento de una nación y de las transformaciones políticas y sociales que han dado forma al país moderno.

La fortaleza militar diseñada por un preocupado gobernador francés se convirtió en una lujosa residencia colonial, y después en el símbolo de la independencia y la República. Esta evolución refleja la de la propia Mauricio: de territorio disputado entre potencias europeas a nación soberana y multicultural.

Le Réduit encarna también la permanencia de las instituciones en un mundo cambiante. Mientras los regímenes políticos se sucedían, las banderas cambiaban y los lenguajes del poder evolucionaban, el castillo permanecía, anclando la continuidad del Estado mauriciano en una ubicación física inmutable.

Consejos prácticos para su visita

Los mauricianos y visitantes extranjeros que deseen descubrir el Château du Réduit deben tener en cuenta la siguiente información práctica:

Ubicación El castillo está situado en Réduit, en la región de Moka, en el centro de Mauricio. Es fácilmente accesible desde Port-Louis (unos 15 km) y está cerca de la Universidad de Mauricio.

Acceso público La finca suele estar abierta al público dos días al año, en marzo y octubre. Pueden producirse aperturas excepcionales con motivo de acontecimientos especiales. Se recomienda consultar los anuncios oficiales del gobierno o la prensa local para conocer las fechas exactas.

Visite Jornadas de puertas abiertas: La entrada suele ser gratuita los días de puertas abiertas. Los visitantes pueden explorar libremente los jardines y, según la ocasión, acceder a ciertas partes del propio castillo. Los horarios varían, pero suelen oscilar entre las 9.00 y las 16.00 horas.

Visita obligada No se pierda el Templo del Amor junto al lago, los jardines botánicos con sus especies raras, la vista desde el "Fin del Mundo" de la confluencia de los ríos y, por supuesto, la arquitectura del castillo con su puerta principal que lleva la inscripción 1778.

Preservar nuestro patrimonio para las generaciones futuras

Como cualquier monumento histórico tropical, el Château du Réduit se enfrenta a retos de conservación. La humedad, los ciclones, las termitas y el propio paso del tiempo amenazan constantemente la integridad del edificio. Para preservar esta joya del patrimonio mauriciano es necesario realizar periódicamente trabajos de restauración y mantenimiento.

Además de la conservación física, también hay que mantener la memoria del lugar. Cada generación de mauricianos debe poder reapropiarse de la historia de Le Réduit, encontrar en ella las claves para comprender el presente y mirar hacia el futuro. Por eso son tan importantes las iniciativas para abrir el Réduit al público: transforman un monumento estático en un lugar vivo que transmite significado e identidad.

Le Réduit no es sólo un vestigio del pasado colonial, es también y sobre todo un símbolo vivo de la República de Mauricio. Cada Presidente que reside en él añade una página más a su historia, perpetuando un patrimonio que se remonta a casi tres siglos. Entre sus muros resuenan los ecos de todas las voces que han gobernado la isla, de todos los sueños y ambiciones que han animado a sus sucesivos dirigentes.

Conclusión

El Château du Réduit sigue siendo uno de los monumentos más emblemáticos de Mauricio. Desde su concepción como fortaleza defensiva en el siglo XVIII hasta su actual función de residencia presidencial, ha resistido el paso del tiempo, encarnando la continuidad del Estado mauriciano. Sus exuberantes jardines, su arquitectura cargada de historia y su papel institucional lo convierten en un lugar único, a la vez símbolo del pasado y protagonista del presente.

Para cualquier mauriciano, visitar Le Réduit durante las escasas jornadas de puertas abiertas es una experiencia enriquecedora. Es la ocasión de reencontrarse con la historia del país, de comprender concretamente de dónde viene la República y cómo se ha construido a largo plazo. También es la ocasión de soñar un poco, imaginando a los personajes ilustres que han recorrido estos senderos y meditado frente al tranquilo lago.

El Château du Réduit no es sólo un monumento histórico: es un pedazo vivo del alma mauriciana, un lugar donde el pasado dialoga constantemente con el presente para arrojar luz sobre el futuro. Que siga desempeñando este papel esencial en la vida de la nación mauriciana.

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Tuvimos la suerte de encontrar un día de puertas abiertas, es un hermoso castillo con un gran parque, la vista al final del parque es bastante espectacular, una visita obligada si está abierto.

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